Guindas. Ni la inmediatez ni la plenitud impiden el análisis, sólo lo dificultan. La primera sensación es que hemos asistido a un final feliz que se entrecruza con otros finales felices. Muchas guindas para muchas buenas historias. La de Iniesta, por ejemplo. El jugador más especial de su generación, el más genial e introvertido, marcó el gol que le reserva una página en la historia. Que le retraten ruborizado porque sospecho que así estará el resto de su existencia