Una tarde de verano nos mandaron a mi primo y a mi (7 y 8 años) de pastorcitos con los corderines pa la Regueras. Cuando pregunté por la hora de regreso, mi tia Pilar nos dijo “cuando os dé el sol en el culo” ¿? Así partimos.
Despues de pasar la tarde jugando por aquellas peñas y cuando ya empezabamos a aburrirnos, pensamos que sería hora de regresar; pero como no lo teniamos muy claro, empezamos a mirar al sol y ver si nos daba en el culo. Hora se ponia él de espalda, hora yo; como no nos aclarabamos decidimos acercarnos a casa y preguntar.
Cuando nos vieron aparecer solos sin los corderines se armó un gran revuelo. En estas que llega María la mujer de Santiago, toda cabreada diciendo que estaban todos en su prado.
Nos dieron de prisa y corriendo un trozo de pan y una onza de chocolate y nos mandaron otra vez a cuidar de los díscolos corderos. Y digo yo ¿como es posible que se comportaran tan bien cuando estabamos nosotros allí y luego se dieran cuenta que los habiamos dejado solos y que estaban a sus once vicios? sería casualidad o es que eran listos (como dice mi madre) jajaja!
Despues de pasar la tarde jugando por aquellas peñas y cuando ya empezabamos a aburrirnos, pensamos que sería hora de regresar; pero como no lo teniamos muy claro, empezamos a mirar al sol y ver si nos daba en el culo. Hora se ponia él de espalda, hora yo; como no nos aclarabamos decidimos acercarnos a casa y preguntar.
Cuando nos vieron aparecer solos sin los corderines se armó un gran revuelo. En estas que llega María la mujer de Santiago, toda cabreada diciendo que estaban todos en su prado.
Nos dieron de prisa y corriendo un trozo de pan y una onza de chocolate y nos mandaron otra vez a cuidar de los díscolos corderos. Y digo yo ¿como es posible que se comportaran tan bien cuando estabamos nosotros allí y luego se dieran cuenta que los habiamos dejado solos y que estaban a sus once vicios? sería casualidad o es que eran listos (como dice mi madre) jajaja!
Habria que aplicaros el art. 26 de las Ordenanzas de Manzaneda de de 1752, que dice asi: El que deje la vecera por guardar debera pagar cuatro reales de pena y tendra que guardar la vecera. El que guarde mal la vecera pagara la pena de dos reales cada dia.
Quien tendría en esa fecha los dos o cuatro reales?. No los había cuando yo era pequeña!. Eran creo yo grandes multas, mucho dinero para aquel entonces.
Si habia vecera, todos cumplian. Por cada cinco cabezas tocaba un día.
Mientras yo estuve allí, andabamos con el ganao, Herminia, los de mi tio Jose, nosotros, los de Amparo, más tarde tambien los de mi tio Ricardo. El ganao de los restantes nos pagaban por guardarselo. No recuerdo cuanto, porque lo cobraba mi padre, no sería mucho.
Una cabra le costaba cuatro pesetas. El ganao de mi tio Ricardo lo guardabamos nosotros. Cuando sus hijos se hicieron mayores compró él más cabezas y ya iban ellos con el rebaño. Por aquel entonces le cambió la corte a mi padre por una oveja.
El ganao de Victorina lo guardamos siempre. Ella me lo traia hasta la Calea. Cuando amasaba me hacia un bollo con un chorizo dentro; ¡me ponia yo más contenta!, aquel día mi comida era de lujo.
Si habia vecera, todos cumplian. Por cada cinco cabezas tocaba un día.
Mientras yo estuve allí, andabamos con el ganao, Herminia, los de mi tio Jose, nosotros, los de Amparo, más tarde tambien los de mi tio Ricardo. El ganao de los restantes nos pagaban por guardarselo. No recuerdo cuanto, porque lo cobraba mi padre, no sería mucho.
Una cabra le costaba cuatro pesetas. El ganao de mi tio Ricardo lo guardabamos nosotros. Cuando sus hijos se hicieron mayores compró él más cabezas y ya iban ellos con el rebaño. Por aquel entonces le cambió la corte a mi padre por una oveja.
El ganao de Victorina lo guardamos siempre. Ella me lo traia hasta la Calea. Cuando amasaba me hacia un bollo con un chorizo dentro; ¡me ponia yo más contenta!, aquel día mi comida era de lujo.