BUEN SUCESO
Mientras lloraba su pena aquella moza extraviada, ocurría en Manzaneda un suceso de gran fama que anduvo de boca en boca por las aldeas cercanas. Un señor acomodado muy querido en la montaña que jamás negó un auxilio a quien lo necesitaba, y a los padres de Gabriela en época tan aciaga, les compro todos los bienes, por remediar la desgracia, movido de sentimiento de virtud extraordinaria solo por amor a Dios o por caridad cristiana o tal vez por penitencia para alivio de su alma, tuvo un rasgo generoso digno de eterna alabanza. Devolvió a los dos ancianos todo cuanto les comprara, haciéndoles escritura de donación espontanea; y de este modo los viejos que en tanta penuria estaban, volvieron a ser los dueños del ganado y la labranza, y se sintieron felices y hubo alegría en la casa, y recibieron visitas y parabienes sin tasa, que es propio de gente buena, comprensiva y educada, sentir la desgracia ajena y alegrarse cuando acaba. Solo un recuerdo muy triste en su dicha se mezclaba, era pensar en Gabriela por quien siempre suspiraban; pero rezaban por ella sin perder las esperanzas de ver un día a su hija y de poder abrazarla.
Mientras lloraba su pena aquella moza extraviada, ocurría en Manzaneda un suceso de gran fama que anduvo de boca en boca por las aldeas cercanas. Un señor acomodado muy querido en la montaña que jamás negó un auxilio a quien lo necesitaba, y a los padres de Gabriela en época tan aciaga, les compro todos los bienes, por remediar la desgracia, movido de sentimiento de virtud extraordinaria solo por amor a Dios o por caridad cristiana o tal vez por penitencia para alivio de su alma, tuvo un rasgo generoso digno de eterna alabanza. Devolvió a los dos ancianos todo cuanto les comprara, haciéndoles escritura de donación espontanea; y de este modo los viejos que en tanta penuria estaban, volvieron a ser los dueños del ganado y la labranza, y se sintieron felices y hubo alegría en la casa, y recibieron visitas y parabienes sin tasa, que es propio de gente buena, comprensiva y educada, sentir la desgracia ajena y alegrarse cuando acaba. Solo un recuerdo muy triste en su dicha se mezclaba, era pensar en Gabriela por quien siempre suspiraban; pero rezaban por ella sin perder las esperanzas de ver un día a su hija y de poder abrazarla.
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