Hay una fuente oculta, abundante y clara que no ve nunca los rayos del sol. Es la más trabajadora y laboriosa que conozco en Polvoredo. A lo largo de miles, acaso millones de años ha ido excavando en la roca viva el lecho por el que ahora discurre. Nace ya como un riachuelo a una altura imposible y después camina lentamente, perezosamente hacia abajo hasta sumirse en un pozo sin fondo en el que, si tiras piedras, suenan como si las tiraras en los pozos de La Uña cuando todavía funcionaba el molino ... (ver texto completo)