Manuel, mañana, cuando el sol se asome, coge el
camino, cruza el
valle y desde lo alto del cerro, echa una mirada al
pueblo que te vio nacer y en el fresco de la mañana, bébete junto a tus lágrimas, el purísimo
color azul que tiene el
cielo, y ese aroma de vida que nace en el valle y, borracho de ellos, guárdalos en lo más hondo de tu alma, para poder echar mano de ellos cuando las fuerzas flojeen, dile adiós a los pájaros y a los
árboles y vete, la mente en blanco y el alma en paz.
No todo ha
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