Infinitas gracias queridísima Adelita.
La mayor desgracia de esta vida es enterrar a un hijo. Mi abuela Filomena la de "El Castillo" lo tuvo que hacer con su hijita de cuatro años en 1918 al caerse a una masera donde hacían el pan y sufrir unas gravísimas quemaduras. Vuelve a perder trágicamente a su hijo de 24 años el 25 de septiembre de 1936. Ya muerta de angustia, amargura y desconsuelo por tanto dolor y padecimiento acumulados, solicita la "Memoria" de Antonio que le es denegada de forma fulminante, despectiva, arrogante, tajante e insolente, acrecentando todavía más el horrible sufrimiento de esta pobre mujer.
¿Es posible concebir tanta inhumanidad y ensañamiento con un ser ya tan enormemente atormentado..........?
No olvidaré nunca esta ayuda tuya tan impagable y que tan perfectamente reflejas en tus escritos.
Recibe el beso y el abrazo más grandes que jamás hayas recibido. Te mereces todo lo mejor del mundo. Es enorme tu gran generosidad y compasión y la gran cantidad de valores que atesoras en tu hermosísima y gran alma.
Octavio
La mayor desgracia de esta vida es enterrar a un hijo. Mi abuela Filomena la de "El Castillo" lo tuvo que hacer con su hijita de cuatro años en 1918 al caerse a una masera donde hacían el pan y sufrir unas gravísimas quemaduras. Vuelve a perder trágicamente a su hijo de 24 años el 25 de septiembre de 1936. Ya muerta de angustia, amargura y desconsuelo por tanto dolor y padecimiento acumulados, solicita la "Memoria" de Antonio que le es denegada de forma fulminante, despectiva, arrogante, tajante e insolente, acrecentando todavía más el horrible sufrimiento de esta pobre mujer.
¿Es posible concebir tanta inhumanidad y ensañamiento con un ser ya tan enormemente atormentado..........?
No olvidaré nunca esta ayuda tuya tan impagable y que tan perfectamente reflejas en tus escritos.
Recibe el beso y el abrazo más grandes que jamás hayas recibido. Te mereces todo lo mejor del mundo. Es enorme tu gran generosidad y compasión y la gran cantidad de valores que atesoras en tu hermosísima y gran alma.
Octavio