Las malas hierbas, ARDON

Este campo, en el que hoy solo crecen las malas hierbas y las zarzas -que lo invadirán todo como ya han hecho en otros muchos pagos que recorro cuando visito el pueblo en el verano- corresponde a las Eras Nuevas. En modo alguno ofrece hoy el aspecto -si lo comparamos- que ofrecía hace tan solo sesenta años, cuando hasta las humildes hormigas llenaban sus despensas con suculentos granos de trigo que sustraían en las trillas, las parvas o terregueros y transportaban, uno a uno, las obreras en perfecta formación de fila india por aquel sendero limpio, magistralmente trazado y constantemente ocupado por un intenso tránsito de ida y vuelta desde los puntos de provisión hasta el hormiguero, y las "boñicas" de las vacas (boñigas según el diccionario) se adornaban con unos granos dorados, a media germinación, que eran aprovechados como alimento por los pardales, las trigueras y las aves de corral siguiendo la cadena trófica.
El cambio experimentado en estos pagos es un fiel reflejo de los que también ha sufrido el pueblo y sus gentes durante el mismo periodo de tiempo, en lo que a formas de vivir de sus habitantes y de procurarse recursos para mejor hacerlo se refiere; también en este campo, y por emplear un símil con la Eras Nuevas, cada día crecen mas malas hierbas y mas zarzas.
Por razones obvias que sería muy prolijo enumerar, creo que todos somos conscientes de que la vuelta atrás, a la antigua forma de vida -basada en la agricultura y la ganadería como explotaciones de carácter intensivo y familiar- es prácticamente imposible e, incluso, desdeñable como medio exclusivo de subsistencia. El hecho de que, prácticamente todos los brazos jóvenes, dediquen sus fuerzas a otros menesteres o simplemente estén quietos, si no emigran, confirma la conclusión anterior.
Si a esto le añadimos, por lo que se ve en el día a día, que tampoco afloran ideas ni iniciativas, personales o familiares, en pro de un cambio revolucionario en la forma de hacer que imprima carácter -por decirlo de alguna manera- y que sirva de ejemplo, salvo raras excepciones, creo que no queda mas remedio que seguir el ejemplo de las hormigas: organizarse realmente en sociedad y actuar institucionalmente, mirando al pasado para analizarlo y no caer en las mismas rutinas, pero sobre todo mirando al futuro, presentando iniciativas nuevas y distintas, que tengan algún contenido atractivo que ofrecer, tanto a los residentes en el pueblo para que permanezcan en él, como a los foráneos para que inmigren; espacios para plasmarlas hay, posibilidades de intervenir en ellos también, pero creo que no me corresponde a mí indicar cuales son aquéllas -las iniciativas a tomar- ni éstos -los espacios donde intervenir- ni la fórmula a aplicar en cada caso, sino a quienes han procurado los poderes, supuestamente para hacerlo.
Una última consideración: "Si algo se empieza y se insiste en el empeño, normalmente -por no decir siempre- se acaba; lo que nunca se acabará, será aquello que nunca se empieza". Esta frase, que pronunciaba muchas veces un hombre enormemente práctico, no la traigo aquí a colación por lo de la Casa de la Cultura, que también, sino para que sea tenida en cuenta cuando se promuevan iniciativas nuevas, si es que alguna vez salta la chispa o se enciende la lamparilla que las inspire. ¡Ojalá!
Disculpad la amplitud del comentario y opinad sobre su contenido.
Un cordial saludo para todos.
Un paisano de Sabino Ordás.
(27 de Agosto de 2015)