Convecidos de que nuestra dimensión comunitaria no se agota en nostros mismos sino que debe abrirse a la
comunión con la humanidad de hoy, queremos comunicar a los hombres, con sencillez y sin orgullo, nuestro testimonio vital de consagrados, torpes e inconsecuentes muchas veces, pero enamorados profundamente del Señor que nos llamó. Para ello hemos abierto las
puertas de nuestra
casa y el corazón de nuestra comunidad para que todo el que lo desee pueda compartir la oración, la vida y el
pan con
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