Girasoles florecidos, VILLUSTO

Señor,
veo la hermosura de tu obra.
Toda la creación refleja tu amor.
La gran Peña Amaya y el claro cielo azul;
los altos de San Adrián, de la Atalaya,
de Uteros y de la Horca.
Los campos verdes, los girasoles florecidos,
los rubios trigales,
el sembrado de cebada,
el de avena y el de garbanzos.
La lluvia, el agua que baja por la arroyos
de Tres Huertos o de la Quintana,
de Mostelar, de la Aguanera, de Valdemanzano,
del Val y de las Agüeras.
Las flores, la mariposa y los pájaros.
Los habitantes de Villusto y sus calles:
la Regañon, la Hospital y la Santa María,
la Trasera Santa María, la Travesía San Martín
y la Real.
Todos ellos TE alaban.
Tú nos has regalado un mundo tan bello,
y a nosotros nos faltan los medios y las palabras
para darte gracias.
Pero TÚ sabes, Señor,
lo que descansa en lo más profundo de nuestro corazón:
Es el agradecimiento por tus dones,
sobre todo por el don de la vida,
a través de la cual podemos experimentar
tu bondad, misericordia y amor.
Tú has hecho el mundo tan hermoso, Señor.
(14 de Agosto de 2012)