Hoy os voy a contar otro de los motivos que un vecino me contó por lo que tanto afán han tenido en hacerla desaparecer, además de otros, evidentes. Resulta que un día se quedó ahí un peregrino a dormir. Y claro para que los peregrinos no se quedasen por la mala imagen que puede dar o lo que sea. O quizás necesitaba ese refugio, por lo que fuera, sin embargo, lo mejor derruirla. Otro día, en el 2016, dos peregrinos se metieron a comer un bocadillo, y a tal tiempo vi que estaba llena de basura. El problema, los peregrinos que tanto molestan, cómo se les pudo ocurrir dar tan mala imagen del pueblo, poner en feo al señor alcalde que la tenía muy sucia con lo pulcro que es... la solución, derribar el inmueble y poner otro mil veces peor, pero muy moderno, lo último en mobiliario urbano que a quien lo fabrica le traerá buenos beneficios. Aquí lo que ha supuesto es perder el bueno que había, y darse cuenta de cómo se estudian carreras y lucen en sus bolsillos que no en los del vecindario. Muerto el perro se acabó la rabia. Ni los propios vecinos pueden ir a guarecerse de las inclemencias del invierno o de los rigores del verano.
