En ese mismo momento la estrella a la que se referían empezó a parpadear, pero apenas les dio tiempo a señalarla pues en se mismo instante una gran nube la ocultó. A ella le siguieron numerosos nubarrones que encapotaron el cielo, ocultando al resto de las estrellas y a la propia Luna. Relámpagos y truenos comenzaron a descargar sobre la tierra y una furiosa lluvia caía en abundancia.
Y la noche se apagó.
La asombrosa reacción nocturna que tuvo el cielo desconcertó a nuestro pastor, hasta ahora un hombre confiado. El anciano trató de convencerle de que había sido la Luna la causante de todas sus desgracias, que era cierto la acusación que le hizo y la prueba estaba en su reacción. Llorando desconsolado, el pastor llamó a su amada. La llamó una y mil veces y se pasó el resto de la noche en vela esperando verla aparecer. Pero el cielo continuó cubierto.
Y la noche se apagó.
La asombrosa reacción nocturna que tuvo el cielo desconcertó a nuestro pastor, hasta ahora un hombre confiado. El anciano trató de convencerle de que había sido la Luna la causante de todas sus desgracias, que era cierto la acusación que le hizo y la prueba estaba en su reacción. Llorando desconsolado, el pastor llamó a su amada. La llamó una y mil veces y se pasó el resto de la noche en vela esperando verla aparecer. Pero el cielo continuó cubierto.