LOS CELOS DE LA LUNA (continuación)
Pasaron las semanas y el pastor seguía declarándole su amor a diario. Y la luna insistía en su renuncia. Nuestro pastor fue entristeciéndose poco a poco y cada vez hacía sus visitas un pelín más cortas hasta que una noche dejó de acudir.
A la luna le extrañó que su pastor, aquel al que había cogido un gran cariño lo mismo que a su fiel lebrel, no asistiese a su cita todas las noches y así se lo preguntó en su visita siguiente:
-Ayer no me preguntaste si te quería. A lo mejor te extrañabas con mi respuesta...
-No, ya sé que no. No te preocupes, lo he asumido.
-Entonces, ¿por qué continúas viniendo?, ¿qué esperas de mi?
-No espero nada. Simplemente me he acostumbrado y si no vendo, echo algo en falta.
- ¿Y por qué no viniste ayer?
-Me venció el sueño.
Desde aquel día nuestro pastor fue distanciando aún más sus visitas. A veces incluso pasaban quince días sin que acudiera a contemplar la Luna. Ésta, intuyendo que podía perderle y no volverle a ver nunca más, le dijo en una cierta ocasión:
- ¿Sabes que me estoy pensando tu proposición?
-Déjalo amiga Luna, ya no es necesario. He conocido a una chica, preciosa por cierto, y a ella no le hace falta que le pregunte si me ama.
La Luna enfureció de tal manera que aquella noche no se la volvió a ver más. Llamó a las nubes y a los truenos y una oscura noche se apoderó de la estepa. Y la Luna desapareció.
(continuará)
Pasaron las semanas y el pastor seguía declarándole su amor a diario. Y la luna insistía en su renuncia. Nuestro pastor fue entristeciéndose poco a poco y cada vez hacía sus visitas un pelín más cortas hasta que una noche dejó de acudir.
A la luna le extrañó que su pastor, aquel al que había cogido un gran cariño lo mismo que a su fiel lebrel, no asistiese a su cita todas las noches y así se lo preguntó en su visita siguiente:
-Ayer no me preguntaste si te quería. A lo mejor te extrañabas con mi respuesta...
-No, ya sé que no. No te preocupes, lo he asumido.
-Entonces, ¿por qué continúas viniendo?, ¿qué esperas de mi?
-No espero nada. Simplemente me he acostumbrado y si no vendo, echo algo en falta.
- ¿Y por qué no viniste ayer?
-Me venció el sueño.
Desde aquel día nuestro pastor fue distanciando aún más sus visitas. A veces incluso pasaban quince días sin que acudiera a contemplar la Luna. Ésta, intuyendo que podía perderle y no volverle a ver nunca más, le dijo en una cierta ocasión:
- ¿Sabes que me estoy pensando tu proposición?
-Déjalo amiga Luna, ya no es necesario. He conocido a una chica, preciosa por cierto, y a ella no le hace falta que le pregunte si me ama.
La Luna enfureció de tal manera que aquella noche no se la volvió a ver más. Llamó a las nubes y a los truenos y una oscura noche se apoderó de la estepa. Y la Luna desapareció.
(continuará)
Buenas noches Carmen; Veo que disfrutaste enormemente con las corales en Salas de Los Infantes, me he metido en el papel y eres puro entusiasmo. En vez de echar pestes por el frío enorme y esperando a entrar dentro de la iglesia relatas con deleite como caían las hojas de los árboles, que es verdad es una belleza ver el baile con el viento, pero las condiciones.... que bien que seas así, con esa mirada en la que siempre ves poesía.
He leído todo sobre las 9 corales, voy a ir escuchando por internet las diferentes canciones, creo que me lo voy a pasar muy bien.
También sigo tu relato de la luna y el pastor, que bonito, la luna no está todavía enamorada del pobre pastor, pero ya lo echa en falta, se está acostumbrando a sus contemplaciones y adulaciones, eso es muy duro ¿Qué pasará?
Carmen un abrazo.
He leído todo sobre las 9 corales, voy a ir escuchando por internet las diferentes canciones, creo que me lo voy a pasar muy bien.
También sigo tu relato de la luna y el pastor, que bonito, la luna no está todavía enamorada del pobre pastor, pero ya lo echa en falta, se está acostumbrando a sus contemplaciones y adulaciones, eso es muy duro ¿Qué pasará?
Carmen un abrazo.