¿Te has dado cuenta de que me amas? preguntaba sonriente el pastor, mientras su lebrel labraba.
-Igual que ayer. No puede haber nada entre nosotros- respondía la Luna.
-No te creo. No quieres reconocer que me amas, pero eso es lo que sientes. Algún día te darás cuenta, y quizás sea demasiado tarde.
- ¿Quieres decir que puedes dejar de amarme? ¿No dices que tu amor es eterno?
-Y lo es, pero si me rechazas siempre, deberé asumirlo e intentar olvidarte...
Cada noche ocurría lo mismo. El pastor preguntaba a la Luna y ésta le rechazaba. Pero nuestro hombre no renunciaba a lo que creía el amor de su vida y para demostrárselo a veces le cantaba una ronda:
Luna lumbrera, Luna tronera,
caliente faro que a mí me ciega,
sal a mi encuentro, gitana ea,
y bésame en mi duermevela.
Luna blanca, luna pura,
nana sincera que a mi me acuna,
méceme tierna en tu cintura,
ea gitana, gitana Luna.
-Igual que ayer. No puede haber nada entre nosotros- respondía la Luna.
-No te creo. No quieres reconocer que me amas, pero eso es lo que sientes. Algún día te darás cuenta, y quizás sea demasiado tarde.
- ¿Quieres decir que puedes dejar de amarme? ¿No dices que tu amor es eterno?
-Y lo es, pero si me rechazas siempre, deberé asumirlo e intentar olvidarte...
Cada noche ocurría lo mismo. El pastor preguntaba a la Luna y ésta le rechazaba. Pero nuestro hombre no renunciaba a lo que creía el amor de su vida y para demostrárselo a veces le cantaba una ronda:
Luna lumbrera, Luna tronera,
caliente faro que a mí me ciega,
sal a mi encuentro, gitana ea,
y bésame en mi duermevela.
Luna blanca, luna pura,
nana sincera que a mi me acuna,
méceme tierna en tu cintura,
ea gitana, gitana Luna.