PETALOS
Una rosa en un rosal,
le recuerda al sufrimiento
que las rosas del contento
tan sólo están al final.
¡Cuántas cosas te diría,
del brazo, por el sendero!
¡Qué dulce envidia me dan
Juan Ramón y su Platero!
Pastor de mis ilusiones,
bajo el sol, bajo la luna;
y al cerrarlas cada noche
noto que me falta una.
Pierde el romero la flor.
Mas nunca pierde el olor.
Y temblando en el polvo del camino,
vi una pisada blanca.
Era la huella de su zapatilla,
y grité: ¡Niña, aguarda!
Pero el viento celoso, en remolino,
me borró la pisada,
y me llenó los ojos y la boca
de una extraña tierra amarga.
La golondrina de Bécquer
a tu cristal ha llamado;
y ya está haciendo su nido
en tu maceta de nardos.
¡Qué confusión con las modas!
Decentes y no decentes,
parecen iguales todas.
He pasado mi vida caminando
por trochas de ilusión y de locura.
He sido mucho tiempo peregrino,
cortando del ribazo del camino
la flor de mi ventura.
He colgado mil votos y promesas
en la ermita de un pecho encarcelado;
y a veces, he reído,
otras veces llorado,
algunas he querido,
y una tan solo odiado.
......................
Severiano Pampliega Nogal de su antología "Versos de Antes".
Una rosa en un rosal,
le recuerda al sufrimiento
que las rosas del contento
tan sólo están al final.
¡Cuántas cosas te diría,
del brazo, por el sendero!
¡Qué dulce envidia me dan
Juan Ramón y su Platero!
Pastor de mis ilusiones,
bajo el sol, bajo la luna;
y al cerrarlas cada noche
noto que me falta una.
Pierde el romero la flor.
Mas nunca pierde el olor.
Y temblando en el polvo del camino,
vi una pisada blanca.
Era la huella de su zapatilla,
y grité: ¡Niña, aguarda!
Pero el viento celoso, en remolino,
me borró la pisada,
y me llenó los ojos y la boca
de una extraña tierra amarga.
La golondrina de Bécquer
a tu cristal ha llamado;
y ya está haciendo su nido
en tu maceta de nardos.
¡Qué confusión con las modas!
Decentes y no decentes,
parecen iguales todas.
He pasado mi vida caminando
por trochas de ilusión y de locura.
He sido mucho tiempo peregrino,
cortando del ribazo del camino
la flor de mi ventura.
He colgado mil votos y promesas
en la ermita de un pecho encarcelado;
y a veces, he reído,
otras veces llorado,
algunas he querido,
y una tan solo odiado.
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Severiano Pampliega Nogal de su antología "Versos de Antes".