Torre de La Llana, SANTIAGO DE TUDELA

Al volver una curva en el camino del Crucero de Montíano a Santiago de Tudela, a la vera del camino y frente a la plazoleta que enmarcan un joven nogal, la fuente y una antigua hornera, se alza la Torre de La Llana. Su fachada principal da al Sur y entre ella y la fachada de la capilla propia, hay un patio empedrado. Un poco más adelante, hacia Santiago, una casa sin apariencia conventual, sirvió de cenobio a las Clarisas de Santiago de Tudela. La torre conserva varias inscripciones. Sobre la balconada de hermosa forja, campea ancho escudo y bajo este una inscripción reza:

«A. L. D. 0. PH III R. H. PEDRO

FERNANDEZ DL CAMPO Y MARIA

FERNANDEZ DE ANGULO Y BELASCO

SU MUGER REEDIFICARON ESTA TORRE

Anno 1610.

No se conserva ningún detalle que denote la antigüedad de la primitiva torre; al tomar las medidas (9,60 ms. de lado) obsel vamos que es rigurosamente cuadrada. La anchura de sus muros es de 1,00 metro en cimiento y mientras las fachadas Sur y Poniente son de sillería, las otras dos son de una mala mampostería. Por el lado Este se observan restos marcados en la pared, correspondientes a una construcción adosada que debió de quemarse. El conjunto de la fachada ofrece todas las características propias del barroco La ermita o capilla que se alza enfrente debió de ser hermoso edificio neoclásico, terminando en el característico frontón. Un escudo más hermoso que el de la casa, contiene el dato preciso de su construcción; en su parte inferior a uno y otro lado del escudo, puede leerse ‘an… 1693 ». En la oquedad de su coroua, ha nacido un penacho de yerba. Bajo él, otra inscripción alusiva a las armas de la noble casa:

«EL VER q (Elvero?) AZUL ME DIO EL SER

Y, OY EN EL CAMPO MI AZERO

POR TRIUNFAR DE UN REY GUERRERO

CAMPO ME DA A CONOCER (1)

En la torre predominan las proporciones y gustos clá­sicos aunque ya apuntan ciertas características barrocas. Consiste en un prisma de lados casi iguales, cubierto con tejado a cuatro aguas que avanza ligeramente apoyado en una cornisa tallada en piedra con un original e inge­nioso reborde para evitar que la lluvia alcance la pared. En los diversos lienzos se abren ventanas con absoluta si­metría, todas ellas adinteladas excepto al noroeste donde pueden apreciarse algunos vanos cegados que tuvieron arco rebajado. En la fachada del camino desta­can las ventanas inferiores por su pronunciado derrame externo.

Una vez en el patio llama la atención la riqueza arquitectónica del frente principal. La puerta de ingre­so, adintelada, se halla bajo un arco a cuyo conjunto encuadran dos columnas que rematan en cornisamento. Sobre éste se abre un balcón coronado con frontón triangular partido para dejar espacio al escudo de los dueños de la torre. Una inscripción recuerda que en tiempos de Felipe III Pedro Fernández del Campo y su mujer, María Fernández de Angulo, “reedificaron la torre”, de lo que no puede deducirse que existiera otra anterior. Medio siglo después de su construcción se describía así: “Fuimos a la casa y torre que al principio della ay un patio grande cercado al modo de muralla con sus almenas de cantería y a la entrada de dicha casa ay una portada y fachada grande de cantería la­brada y encima de un balcón alto ay un escudo… dicha casa y torre eran de las más antiguas y de mayor supo­sición que avía… En ella vimos que tiene su yglesia dentro de ella y una torre antigua y la casa denota ser muy noble y a la puerta de la calle y en otras partes de la casa vimos unos escudos …”

La conservación es aceptable. Téngase en cuenta que para su construcción se empleó buena sillería en dos de sus lados y regular mampostería en los otros dos, cosa que no suele ocurrir en el resto de las torres menesas cuya calidad de material es inferior.
Frente a la torre se levantó una ermita en 1693. (2)