Hechos o milagros según la Novena de la Virgen de Ayago[4].
El mismo autor se muestra muy reservado a la hora de dar categoría de milagro a lo que va a narrar cuando dice[5] “... obedeciendo como debo a los sabios y justísimos decretos pontificios, de cuya infalible regla en nada pretendo separarme”.
Y similar cautela muestra sobre el contenido de los hechos, cuando escribe[6]: ”Es verdad que nada se halla escrito, ni menos autenticado en la forma debida, de este particular, y que por esto ignoramos mucho de lo que en los siglos pasados haya acontecido de raro o digno de notarse; mas también lo es, que todo lo que aquí se relata ha sido pública voz y fama, y contestado por algunos de los testigos fidelignos, que lo presenciaron o lo oyeron
El mismo autor se muestra muy reservado a la hora de dar categoría de milagro a lo que va a narrar cuando dice[5] “... obedeciendo como debo a los sabios y justísimos decretos pontificios, de cuya infalible regla en nada pretendo separarme”.
Y similar cautela muestra sobre el contenido de los hechos, cuando escribe[6]: ”Es verdad que nada se halla escrito, ni menos autenticado en la forma debida, de este particular, y que por esto ignoramos mucho de lo que en los siglos pasados haya acontecido de raro o digno de notarse; mas también lo es, que todo lo que aquí se relata ha sido pública voz y fama, y contestado por algunos de los testigos fidelignos, que lo presenciaron o lo oyeron
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