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FANDANGOS
Pá viví la vía entera
es tan bonito quererte
que hasta el día en que me muera
yo lo que quiero es tenerte
tó pá mí, junto a mi vera,
que así no importa la muerte.
Sin que ná te hiciera yo
tres puñales me clavaste,
uno que apenas me hirió,
del segundo me mataste
y el otro me revivió
porque así pude olvidarte.
De tanto que lo juraste
yo creí que me querías
y cuando más te creía
mi corazón te llevaste
a viví tu nueva vía,
tu misma te lo robaste.
Pá viví la vía entera
es tan bonito quererte
que hasta el día en que me muera
yo lo que quiero es tenerte
tó pá mí, junto a mi vera,
que así no importa la muerte.
Sin que ná te hiciera yo
tres puñales me clavaste,
uno que apenas me hirió,
del segundo me mataste
y el otro me revivió
porque así pude olvidarte.
De tanto que lo juraste
yo creí que me querías
y cuando más te creía
mi corazón te llevaste
a viví tu nueva vía,
tu misma te lo robaste.
El camino
El amor es un camino
sin mapa de carreteras,
ni brújulas ni sextantes,
señalado por estrellas.
Es un recorrer sin prisas
entre la zarza y las piedras,
convirtiendo los diluvios
en manantial de agua fresca.
Es que sea verde valle
la larga y árida estepa
¡cuan larga la dura ruta
si no estuviésemos cerca!
Es un calentar los huesos
a la luz de la candela,
purificando dolores
en un fuego que no quema.
En un tomar de las manos
para saltar las riberas
y que en tan breve contacto
cuerpo y alma se den cuenta.
Es disfrutar de un segundo
transformado en hora entera
y que, transcurriendo el tiempo,
el tiempo es lo que no cuenta.
Son los ojos que se cruzan
y en un instante se sepan
todo lo ya caminado
y un “vendrá bien lo que venga”.
Es un hablar sin palabras,
un silencio que no yerra,
un reproche que se traga
y un ser de dos que se acepta.
Es un andar por la ruta
pretendiendo ser poeta
para reflejar en versos
este camino sin vuelta.
Es no importar dónde vamos,
que lo importante es la senda
si se juntan los caminos,
siendo el camino la meta.
El amor es un camino
sin mapa de carreteras,
ni brújulas ni sextantes,
señalado por estrellas.
Es un recorrer sin prisas
entre la zarza y las piedras,
convirtiendo los diluvios
en manantial de agua fresca.
Es que sea verde valle
la larga y árida estepa
¡cuan larga la dura ruta
si no estuviésemos cerca!
Es un calentar los huesos
a la luz de la candela,
purificando dolores
en un fuego que no quema.
En un tomar de las manos
para saltar las riberas
y que en tan breve contacto
cuerpo y alma se den cuenta.
Es disfrutar de un segundo
transformado en hora entera
y que, transcurriendo el tiempo,
el tiempo es lo que no cuenta.
Son los ojos que se cruzan
y en un instante se sepan
todo lo ya caminado
y un “vendrá bien lo que venga”.
Es un hablar sin palabras,
un silencio que no yerra,
un reproche que se traga
y un ser de dos que se acepta.
Es un andar por la ruta
pretendiendo ser poeta
para reflejar en versos
este camino sin vuelta.
Es no importar dónde vamos,
que lo importante es la senda
si se juntan los caminos,
siendo el camino la meta.