Cada vez que se visita una
iglesia nueva, pedir tres
deseos, seguro se concederá
uno! no vale ¡igual ¡
iglesia nueva, pedir tres
deseos, seguro se concederá
uno! no vale ¡igual ¡
ATARDECER EN LA CATEDRAL
Por las calles desiertas, nadie. El viento
y la luz sobre las tapias
que enciende los aleros al sol último.
Tras una puerta se queja el agua oculta.
Ven a la catedral, alma de soledad temblando.
Cuando el labrador deja en esta hora
abierta ya la tierra con los surcos,
nace de la obra hecha gozo y calma.
Cerca de Dios se halla el pensamiento.
Algunos chopos secos, llama ardida
levantan por el campo, como el humo
alegre en los tejados de las casas.
Vuelve un rebaño junto al arroyo oscuro
donde duerme la tarde entre la hierba.
El frío está naciendo y es el cielo más hondo.
Por las calles desiertas, nadie. El viento
y la luz sobre las tapias
que enciende los aleros al sol último.
Tras una puerta se queja el agua oculta.
Ven a la catedral, alma de soledad temblando.
Cuando el labrador deja en esta hora
abierta ya la tierra con los surcos,
nace de la obra hecha gozo y calma.
Cerca de Dios se halla el pensamiento.
Algunos chopos secos, llama ardida
levantan por el campo, como el humo
alegre en los tejados de las casas.
Vuelve un rebaño junto al arroyo oscuro
donde duerme la tarde entre la hierba.
El frío está naciendo y es el cielo más hondo.
El caminante necesita reposo. La Catedral abre sus brazos para darle cobijo, recrea para él un espacio de fe de siglos, donde no se va a encontrar solo: generaciones de mujeres y hombres buenos incendiaron en días de fervor el aire de este recinto (en "Catedral nueva" poetizo sobre este tema), y aún se respira oxígeno de preces, ozono de aleluyas. ¡Cuánta semilla de luz seguirá flotando bajo las bóvedas, avistando huertos de mullida tierra!
Sobre las piedras milenarias de ángeles, de santos y demonios, crecen hoy musgos y flores. Aquí no se derrama sangre, sino aceite de caridad, incienso de adoración. "Aquí encuentran la paz los hombres vivos."
Sobre las piedras milenarias de ángeles, de santos y demonios, crecen hoy musgos y flores. Aquí no se derrama sangre, sino aceite de caridad, incienso de adoración. "Aquí encuentran la paz los hombres vivos."