Jueves 7 de octubre de 2010
Nuestra Señora del Rosario
INICIO
Gal 3, 1-5: ¿Recibiste el Espíritu por observar la ley, o por haber respondido a la fe?
Interleccional: Lc 1: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
Lc 11, 5-13: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán
El evangelio de hoy nos pone de cara a la necesidad de perseverar en la oración. La invitación que hace Dios a la persona humana es clara: tomar conciencia de la misericordia y disposición de Él para responder a las demandas de sus hijos en el arduo proyecto de seguir posibilitando su reinando en el mundo de los seres humanos. Dios ha prometido en su designio salvífico que dará cosas buenas a los discípulos de su hijo Jesús. Por tanto, como respuesta a la oración de la comunidad creyente, que desea vivir, orar, practicar y compartir el mismo destino del Mesías, Dios les otorga los dones del Espíritu Santo: valentía, fortaleza, testimonio, capacidad de servicio, perseverancia, para hacer del evangelio una realidad viva y eficaz. Las palabras de Jesús nos enfocan en lo realmente importante en nuestra vida de oración: la búsqueda incesante e incansable del “reino de Dios y su justicia”. Esta búsqueda, nos exige que, desde nuestras aspiraciones, desde nuestros más profundos proyectos compartidos, cultivemos una verdadera relación con Dios, su padre, manifestado en él, sin olvidarnos que dicha relación no puede estar separada de la misericordia con los demás seres humanos que se relacionan con Él.
Colaboración Servicio Bíblico Latinoamericano
Nuestra Señora del Rosario
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Gal 3, 1-5: ¿Recibiste el Espíritu por observar la ley, o por haber respondido a la fe?
Interleccional: Lc 1: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
Lc 11, 5-13: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán
El evangelio de hoy nos pone de cara a la necesidad de perseverar en la oración. La invitación que hace Dios a la persona humana es clara: tomar conciencia de la misericordia y disposición de Él para responder a las demandas de sus hijos en el arduo proyecto de seguir posibilitando su reinando en el mundo de los seres humanos. Dios ha prometido en su designio salvífico que dará cosas buenas a los discípulos de su hijo Jesús. Por tanto, como respuesta a la oración de la comunidad creyente, que desea vivir, orar, practicar y compartir el mismo destino del Mesías, Dios les otorga los dones del Espíritu Santo: valentía, fortaleza, testimonio, capacidad de servicio, perseverancia, para hacer del evangelio una realidad viva y eficaz. Las palabras de Jesús nos enfocan en lo realmente importante en nuestra vida de oración: la búsqueda incesante e incansable del “reino de Dios y su justicia”. Esta búsqueda, nos exige que, desde nuestras aspiraciones, desde nuestros más profundos proyectos compartidos, cultivemos una verdadera relación con Dios, su padre, manifestado en él, sin olvidarnos que dicha relación no puede estar separada de la misericordia con los demás seres humanos que se relacionan con Él.
Colaboración Servicio Bíblico Latinoamericano