Primero se quisieron hacer estupendísimas casas en los prados, a la orillita del río Arlanzón. Alguien, con un recurso de alzada, acabó con el plan a la mitad. Un simple concejal echó abajo el novedoso plan. ¡Solo un concejal que veía el plan una ruina y una estafa! Ya no era interesante hacer la mitad de lo proyectado y se dejó de lado. El culpable fue el concejal durante mucho tiempo hasta que pude completar los datos y resulta que ese señor nos había evitado la pérdida de los prados, y su titularidad ... (ver texto completo)