De vez en cuando, los castellanos también sonreímos. Un saludo.
Un hombre trabajaba muchos años en una
fábrica de enlatados.
Un día le confesó a su mujer que estaba poseído por una terrible obsesión, un impulso incontrolable de meter su pene en la cortadora de pepinos.
Ponerlo ahí y que pase lo que tenga que pasar.
Espantada, la esposa le sugirió que consultara con un psicólogo, que no era normal que quisiera poner su miembro en la cortadora de pepinos.
El marido prometió que lo pensaría,
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