123
Déjame entrar en ti por las esquinas,
tocándote la mano con la mano,
el brazo en la cintura si caminas,
o el beso del amigo o del hermano.
Pero ábrete también a mis deseos,
con impulsos desnudos y humedades,
sin escrúpulos y sin titubeos,
con invasiones y voracidades.
Déjame entrar en ti por las esquinas,
tocándote la mano con la mano,
el brazo en la cintura si caminas,
o el beso del amigo o del hermano.
Pero ábrete también a mis deseos,
con impulsos desnudos y humedades,
sin escrúpulos y sin titubeos,
con invasiones y voracidades.
Derrámate en la hierba innumerable,
húmeda y fresca alfombra,
déjame que te cubra con mi sombra,
que mi boca te bese, y no te hable.
El viento arrullará los arrayanes,
y su perfume te saldrá al encuentro,
mientras en ti me adentro
inundándote el alma de huracanes.
húmeda y fresca alfombra,
déjame que te cubra con mi sombra,
que mi boca te bese, y no te hable.
El viento arrullará los arrayanes,
y su perfume te saldrá al encuentro,
mientras en ti me adentro
inundándote el alma de huracanes.
153
No he de ser en tu vida el alfarero
que pueda moldear tu roja arcilla;
debo absorber tu espíritu primero
para que en mí germine tu semilla;
mas quiero ser el único velero
que en tu mar trace estelas con su quilla.
Tú serás tú, sin modificaciones,
susurrando en mi oído tus canciones
No he de ser en tu vida el alfarero
que pueda moldear tu roja arcilla;
debo absorber tu espíritu primero
para que en mí germine tu semilla;
mas quiero ser el único velero
que en tu mar trace estelas con su quilla.
Tú serás tú, sin modificaciones,
susurrando en mi oído tus canciones