Pelayo Fueyo
El niño en el espejo
Dura ha de ser la vida hasta el instante
en que veles tu memoria en este espejo:
tus labios fríos no tendrán ya refugio
y en tus manos vacías abrazarás la muerte.
J. L. Panero
El niño en el espejo
Dura ha de ser la vida hasta el instante
en que veles tu memoria en este espejo:
tus labios fríos no tendrán ya refugio
y en tus manos vacías abrazarás la muerte.
J. L. Panero
¿A qué hora, en cuál de estos espejos,
recuperar la imagen de aquel niño?
No la imagen del niño que se peina
para ir a la escuela, sino el otro
que restriega los párpados y esparce
los restos de otras caras contra un número.
Mi corazón da pistas. Pero el vidrio,
¿me sabría orientar con vibraciones
dirigidas al cuarto en que despierta?
¡O el niño, abandonados los reflejos
deformes de su fiebre soñadora,
espera, de esta forma, que le nombre?
recuperar la imagen de aquel niño?
No la imagen del niño que se peina
para ir a la escuela, sino el otro
que restriega los párpados y esparce
los restos de otras caras contra un número.
Mi corazón da pistas. Pero el vidrio,
¿me sabría orientar con vibraciones
dirigidas al cuarto en que despierta?
¡O el niño, abandonados los reflejos
deformes de su fiebre soñadora,
espera, de esta forma, que le nombre?