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LA NUEZ DE ARRIBA: Hoy en día tenemos las ciudades llenas de contenedores...

Hoy en día tenemos las ciudades llenas de contenedores para recuperar el papel y el vidrio, y en casa tenemos varios recipientes para separar la basura que producimos y, así, facilitar su reciclado.

En la Vegarienza de los años cincuenta del siglo veinte, nadie hablaba de reciclar, pero estaba instaurada una cultura estricta de la reutilización. En casa de mis abuelos aprendí a no despilfarrar. En aquella economía de lo escaso o de lo indispensable, no se desperdiciaba nada. Casi no se tiraba nada, todo se guardaba para ser reutilizado.

Incluso los excrementos de todos los animales se guardaban con primor. Sin el estiércol de las vacas, cerdos, gallinas y ovejas, no había cosecha. Se sacaba de las cuadras y se ponía a secar al sol, para abonar tierras y prados en el otoño. Las cáscaras de los huevos, debidamente machacadas, se les volvía a dar de comer a las gallinas como aporte de calcio, para que siguieran poniendo huevos tersos y con la cáscara bien gruesa.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Cualquier desperdicio de comida de las personas, las mondas de las patatas y otras sobras, iban a parar al cubo de la comida de los cerdos o del perro. Los cerdos eran un eslabón importante en el reaprovechamiento de los desperdicios de la casa. Incluso de los desperdicios ajenos. Si al pasar por delante de casa una caballería nos dejaba la ofrenda de sus perfectos ovoides, gritábamos “ ¡caballunas!” y alguien salía corriendo a por una lata dedicada a este menester y, ayudándose con un palito, metía ... (ver texto completo)