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LA NUEZ DE ARRIBA: Caballero distraído...

El destino de las flores

La mano de un caballero,

de un caballero mundano,

cortó una orquídea preciada,

que en el tibio invernadero

del gran parque cortesano

creció cual niña mimada

Y la llevó a los salones

donde, entre danzas y gritos,

la tiestas mundana hervía

con todas las tentaciones

y todos los apetitos

que Satanás encendía

«! A la reina del placer»,

dijo el gentil caballero,

y ufano la flor le dio

a una elegante mujer

que con talante altanero

sobre el seno la prendió.

La ardiente atmósfera henchían

brillantes luces que herían

y aromas embriagadores,

y pláticas seductoras,

y cascadas de colores,

y músicas tentadoras

Y aquella flor delicada

sólo por brisas mecida

que ella de aromas empapó,

ahora danzaba asfixiada

por la atmósfera encendida

que su perfume sorbió

Su muerte, ¡qué triste fué!

Ciega de rabia y despecho

por celos de no sé qué,

su altiva dueña, irritada,

se la arrancó de su pecho

y al suelo arrojóla airada

Y dos o tres caballeros

distraídos y altaneros

que platicando pasaron,

con sus pies la mancillaron,

y se alejaron ligeros

¡y muerta allí la dejaron

II

La mano de un caballero

de un caballero cristiano,

cortó en el huerto una rosa

y al templo fuese ligero,

llevando alegre en la mano

la flor fragante y hermosa.

«! A la Reina de los cielos!»,

dijo el hidalgo cristiano,

dechado de fé sencilla;

y ardiendo en santos anhelos,

la puso a los pies, ufano,

de la Reina sin mancilla.

El tibio ambiente llenaban

efluvios que a campo olían,

cantos que de amor hablaban,

suspiros que el aire hendían,

bendiciones que bajaban

y plegarias que subían...

Y la flor encantadora

que el ambiente transparente

del huerto esencíara tanto,

de esencia llenaba ahora

otro purísimo ambiente

que, a más de puro, era santo.

Su muerte, ¡qué deliciosa!,

de humo de incienso un jirón

llevó a la mansión gloriosa

el rumor de una canción

con la última exhalación

el perfume de la rosa.

Caballero distraído

que trasplantar tu hija quieres

del jardín de tus amores,

no des jamás al olvido

que es como el de las mujeres

el destino de las flores.

JOSÉ Mª. GABRIEL Y CALAN
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
NOTA.— LA composición que antecede también la escribió Galán no para que figurara en ninguno de los volúmenes de poesías que el iba publicando, sino que fue otra de las muchas que condenó a no gozar de los honores del libro. Sin embargo el lector puede apreciar que ella —en fondo Y forma — supera en calidad a otras que salieron de la misma mano y vinieron editándose desde los días del vate.

Don Baldomero Gabriel y Galán dice en un libro de los hermanos Carraffa, que siendo el poeta maestro en Piedrahita, envió a la revista «Lectura Dominical> las poesías Adoración y El Destino de las Flores Algo teníamos que decir respecto a la primera, por no concordar aquella afirmación -en cuanto a la época- con nuestras investigaciones, que

parecen confirmadas por un dato que leímos en el ya desaparecido diario madrileño «El Universo »

Pero limitándonos a lo que hoy —“El destino de Las flores—, podernos asegurar que esta se insertó en un semanario que se editaba en Cáceres con el titulo de ‘Alma extremeña ~ número correspondiente a1 5 de enero de 1907. iba dedicado a conmemorar el segundo aniversario de la muerte de Galán, y en él aparecía la composición fechada así así -Guijo de Granadilla. mayo de 1907.

Luego si con esta fecha quiso Galán indicar la misma en que la escribió, no pudo enviarla a «Lectura Dominical» cuando era maestro en Piedrahita, pues ya hacia años que había renunciado a la escuela de aquella loca­lidad para residir en Guijo de Granadilla.

Si el hermano del poeta no sufrió error, una explicación que se podría dar a la fecha de referencia es la de responder a la localidad, mes y año en que se obtuvo alguna copia del original que reservase el autor o de la que se dijo publicada en aquella revista.

Al fin, en l950, la editora Aguilar, de Madrid, incluyó esta poesía en las ‘Obras completas’ de Gabriel y Ga1án. No obstante, continua desconocida para muchos lectores. Ello nos ha movido a recogerla en estas paginas. — S. N. R. ... (ver texto completo)