Juan Meléndez Valdés Batilo >
La flor del zurguén
Parad, airecillos,
y el ala encoged,
que en plácido sueño
reposa mi bien.
Parad y de rosas
tejedme un dosel,
do del sol se guarde
la flor del Zurguén.
Parad, airecillos,
parad, y veréis
a aquella que ciego
de amor os canté,
a aquella que aflige
mi pecho crüel,
la gloria del Tormes
La flor del zurguén
Parad, airecillos,
y el ala encoged,
que en plácido sueño
reposa mi bien.
Parad y de rosas
tejedme un dosel,
do del sol se guarde
la flor del Zurguén.
Parad, airecillos,
parad, y veréis
a aquella que ciego
de amor os canté,
a aquella que aflige
mi pecho crüel,
la gloria del Tormes
la flor del Zurguén.
Sus ojos luceros,
su boca un clavel,
rosa las mejillas;
y atónitos ved
do artero Amor sabe
mil armas prender,
si al viento las tiene
la flor del Zurguén.
Volad a los valles;
veloces traed
la esencia más pura
que sus flores den.
Veréis, cefirillos,
Sus ojos luceros,
su boca un clavel,
rosa las mejillas;
y atónitos ved
do artero Amor sabe
mil armas prender,
si al viento las tiene
la flor del Zurguén.
Volad a los valles;
veloces traed
la esencia más pura
que sus flores den.
Veréis, cefirillos,
con cuánto placer
respira su aroma
la flor del Zurguén.
Soplad ese velo,
sopladlo, y veré
cuál late y se agita
su seno con él:
el seno turgente
do tanta esquivez
abriga en mi daño
la flor del Zurguén.
¡Ay cándido seno!
¡quién sola una vez
dolido te hallase
de su padecer
respira su aroma
la flor del Zurguén.
Soplad ese velo,
sopladlo, y veré
cuál late y se agita
su seno con él:
el seno turgente
do tanta esquivez
abriga en mi daño
la flor del Zurguén.
¡Ay cándido seno!
¡quién sola una vez
dolido te hallase
de su padecer