LA NUEZ DE ARRIBA: El final anterior no sólo es un final previsible...

Santiago Montobbio >

Hacen dinero o sueñan con orgullo

Hacen dinero o sueñan con orgullo
en poder hacerlo cualquier día;
hacen dinero y ni siquiera se dan cuenta
de que eso es lo que está muy bien que hagan
aquellos pobrecitos
que hacer otras cosas no sabrían.
Y hacen dinero, hacen dinero y para ello
se machacan y trituran
y no sé por qué ahora de pronto se me ocurre
que a su incomprensible actividad invariablemente le conviene
la palabra dentadura o el vocablo
frigorífico. Porque hacen dinero o se deshacen
pero no saben
ni de alma ni de pájaro

Mas ante sus agresiones y mordazas
tú no sientas rabia oscura
y menos aún intentes explicarles
que un poeta en tarde gris
puede llegar a ser varios países,
porque fue la dignidad y no la poesía
lo que de verdad no te trajo sin cuidado
y también porque se sabe
que no ha de haber jamás lluvia que ablande
la cejijunta tierra del imbécil.

Así no sientas rabia sorda y así
jamás te expliques: esto sí que
no vayas nunca a hacerlo.
Y que con trabajo y de tus ojos
nada más llueva silencio, que con trabajo,
que con trabajo y para siempre
sea mudo todo gesto. Pues otra cosa
sería caer por completo en el destiempo,
si de hecho ya te importa un bledo
el vivir o tu escribir
y además parece seguro que el silencio
si no da serenidad al menos sí ha de evitar
el fastidio que causa producir
con el propio dolor malentendidos.
Y por ello todo esto debieras
ahora firmarlo, y prometerlo.

Aunque hay también que imaginar que el evidente
intento de homicidio que subyace
tras todo proyecto de escritura
pueda en protagonistas de una mala cinta convertirnos
y conseguir así que al lugar del crimen
volvamos algún día.

Porque, poeta desusado y para un tiempo
de estupidez tan manifiesta, ¿qué tierra
va a serte ya habitable
sino la que solitario construyas con las manos
de tu voz y tu conciencia?

El final anterior no sólo es un final previsible
y hasta apto para sacudirse con tópica
decencia cualquier libro sino que es
probablemente también el que prefieran
y acaso el que por muchas veces yo aún tenga
que sentir y sienta. Aunque ahora sólo
sé que llevo pantanosos tiempos dándome
en los dientes con el canto del silencio,
y vivir no es sino un abandonado ejercicio
de extrañeza. Porque el día en que me dieron
mi destino comprendí
que mi destino había sido siempre
el no tenerlo; que en realidad
yo no quería escribir, que lo que de verdad hubiera deseado
era más que tanto amor
no nos hubiera llevado nunca a tanto daño
y más generalmente que por eso
y otras cosas me hubiera sido
un poco más feliz y más fácil esta vida;
que yo no quería, no, que yo querría
no haber tenido nunca que escribir
ni que absurdamente arañar cada noche en el papel
un resbaladizo lugar donde vivir, o un lugar, mejor,
para despedir, un ridículo y frágil trampolín
desde donde hasta remansarse lanzar la ira
y poder así acumular en el corazón de nuevo
el apagado valor, la resignación tenaz que se precisa
para encararse y decidirse otra vez a soportar
los mediocres e impuestos infiernos de los días.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Y es por eso que los inverosímiles montones de líneas
que por necesidad llené, para salvarme,
doloroso retrato me son de mi fracaso,
y sólo falta que al fracaso de uno
venga otro y le dé aplausos, que aquel más en la esquina
encuentre muy graciosos los tipos de mis versos
y que otro con cara de simpático afirme con vehemencia
que además de gustarle lo ha entendido.
Y un poeta no quiere ser gustado ni entendido
ni sorbido; un poeta, señores, lo que quiere ... (ver texto completo)