EL CANTO DE TRABAJO COMO DENUNCIA SOCIAL
El filo de las palabras intenta rasgar el cielo, romper moldes y abrir camino, un camino más justo, libre de pesadas cargas y de guijarros cortantes. La poesía popular adquiere un compromiso y se eleva sobre el amor, la soledad y la existencia para hablar de la miseria y de la angustia, del hambre y del trabajo
"Nos matan a trabajar
comiendo sólo pan duro
cuando una gota que sudas
vale lo menos mil duros.
Triste invierno hemos pasado e
esta clase jornalera" (20).
Si los mozos de la ronda cantan coplas de amor al aire de la noche, bajo el balcón de una muchacha, o los copleros ciegos entonan romances truculentos o letrillas picarescas para entretener a un auditorio variopinto y numeroso, los campesinos y obreros lanzarán sus penas al viento como saeta de alivio y de esperanza.
No es únicamente el medio rural --como es común en casi la totalidad de nuestro folklore- el que alberga cantos de trabajo que denuncian una forma inhumana de vida, o muerte. Una canción conocida y extendida por toda la geografía hispana tiene como marco el sórdido mundo de las minas
El filo de las palabras intenta rasgar el cielo, romper moldes y abrir camino, un camino más justo, libre de pesadas cargas y de guijarros cortantes. La poesía popular adquiere un compromiso y se eleva sobre el amor, la soledad y la existencia para hablar de la miseria y de la angustia, del hambre y del trabajo
"Nos matan a trabajar
comiendo sólo pan duro
cuando una gota que sudas
vale lo menos mil duros.
Triste invierno hemos pasado e
esta clase jornalera" (20).
Si los mozos de la ronda cantan coplas de amor al aire de la noche, bajo el balcón de una muchacha, o los copleros ciegos entonan romances truculentos o letrillas picarescas para entretener a un auditorio variopinto y numeroso, los campesinos y obreros lanzarán sus penas al viento como saeta de alivio y de esperanza.
No es únicamente el medio rural --como es común en casi la totalidad de nuestro folklore- el que alberga cantos de trabajo que denuncian una forma inhumana de vida, o muerte. Una canción conocida y extendida por toda la geografía hispana tiene como marco el sórdido mundo de las minas
Santa Bárbara bendita,
patrona de los mineros,
mira, mira Maruxina,
mira cómo vengo yo.
Traigo la camisa roja
de sangre de un compañero,
mira, mira Maruxina,
mira cómo vengo yo" (21).
La belleza y el dramatismo de esta canción eriza el cabello y nos obliga a pensar -una vez más- en todo aquello que nos rodea. Los segadores que recorrían las tierras de Albacete -ya se van reduciendo las cuadrillas de segadores, desplazados por la progresiva mecanización del campo- no tenían motivo alguno de contento:
"y a vienen los segadores
de segar de los secanos,
de beber! agua de aljibe
toda llena de gusanos". (22)
Y levantaban su voz, increpando hasta al mismo sol:
"No madrugaría tanto
si el sol fuera jornalero,
no madrugaría tanto
que andaría más ligero".
"Ya se está poniendo el sol,
ya se debiera haber puesto,
para el jornal que ganamos
no es menester tanto tiempo" (23).
patrona de los mineros,
mira, mira Maruxina,
mira cómo vengo yo.
Traigo la camisa roja
de sangre de un compañero,
mira, mira Maruxina,
mira cómo vengo yo" (21).
La belleza y el dramatismo de esta canción eriza el cabello y nos obliga a pensar -una vez más- en todo aquello que nos rodea. Los segadores que recorrían las tierras de Albacete -ya se van reduciendo las cuadrillas de segadores, desplazados por la progresiva mecanización del campo- no tenían motivo alguno de contento:
"y a vienen los segadores
de segar de los secanos,
de beber! agua de aljibe
toda llena de gusanos". (22)
Y levantaban su voz, increpando hasta al mismo sol:
"No madrugaría tanto
si el sol fuera jornalero,
no madrugaría tanto
que andaría más ligero".
"Ya se está poniendo el sol,
ya se debiera haber puesto,
para el jornal que ganamos
no es menester tanto tiempo" (23).
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