LA LIBERTAD, LA SANGRE Y LA PALABRA
De la mano de un golpe de sangre
venimos a un mundo misterioso de apariencias peligrosas.
Cada instante es una lucha por despejar sombras perversas.
Una luz débil, casi extinta, casi doliente, anima al corazón en el fondo de la noche.
Solo la luz de las estrellas parece zozobrar con el viento de todas las palabras.
Con solo un golpe de sangre que se amontona y renace cada día
la libertad florece entre las venas y se oyen los pasos de la vida
que se acerca a despejar las sombras
De la mano de un golpe de sangre
venimos a un mundo misterioso de apariencias peligrosas.
Cada instante es una lucha por despejar sombras perversas.
Una luz débil, casi extinta, casi doliente, anima al corazón en el fondo de la noche.
Solo la luz de las estrellas parece zozobrar con el viento de todas las palabras.
Con solo un golpe de sangre que se amontona y renace cada día
la libertad florece entre las venas y se oyen los pasos de la vida
que se acerca a despejar las sombras
De la mano de un golpe de sangre comprendemos
y escogemos las decisiones sutiles escondidas en las palabras.
Entre un SÍ y en NO hay una batalla de heridas sangrientas.
Guiado por la luz débil, casi extinta, casi doliente que anima al corazón
prefiero dominar la noche y acercarme a las estrellas.
Si ellas me engañan tendré entonces una gran excusa para burlarme de su ignorancia.
Les diré despiadado y burlón.
y escogemos las decisiones sutiles escondidas en las palabras.
Entre un SÍ y en NO hay una batalla de heridas sangrientas.
Guiado por la luz débil, casi extinta, casi doliente que anima al corazón
prefiero dominar la noche y acercarme a las estrellas.
Si ellas me engañan tendré entonces una gran excusa para burlarme de su ignorancia.
Les diré despiadado y burlón.
—Me río de vosotras, estrellas de la noche, porque todos vuestros fulgores
son brillos inconscientes, bellas explosiones de ira incontrolada.
Me río de vosotras porque no poseéis la voluntad de poder sobreponeros
a vuestros ingentes impulsos despiadados.
Me río de vosotras, porque desconocéis vuestros propios fulgores
y la fuerza ingente de una diminuta voluntad humana, firmemente determinada.
Siendo yo infinitamente más pequeño, mi grandeza es superior
a la fuerza de todos vuestros cataclismos.
son brillos inconscientes, bellas explosiones de ira incontrolada.
Me río de vosotras porque no poseéis la voluntad de poder sobreponeros
a vuestros ingentes impulsos despiadados.
Me río de vosotras, porque desconocéis vuestros propios fulgores
y la fuerza ingente de una diminuta voluntad humana, firmemente determinada.
Siendo yo infinitamente más pequeño, mi grandeza es superior
a la fuerza de todos vuestros cataclismos.
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