Encontré
refugio bajo una cornisa, a la entrada de una
casa, en el momento en que la
tormenta caía con más fuerza y estruendo. Ví entonces una pequeña rosa roja, golpeada y encorvada por las grandes gotas de
agua que constantemente le azotaban; y a pesar de esto no se rompía, sino que soportaba con increíble resistencia el gran embate de la
lluvia y cada uno de sus golpes; manifestado en grandes y pesadas gotas de agua.