Otro cuento y me voy a la calle.
La Verdadera Riqueza
Una vez un joven descontento de su suerte se lamentaba:
-El buen Dios no es justo, puesto que manda riqueza a otros y a mi no me da nada.
Un anciano que oyó sus palabras le dijo:
-No eres tan pobre como crees.
- ¿Por qué? -preguntó el joven.
- ¿Acaso no te ha dado Dios salud y juventud?
-No digo que no; bien contento estoy con mi fortaleza.
El anciano tomó entonces la mano izquierda de aquel joven y le preguntó:
- ¿Querrías dejarte cortar la mano por mil rublos?
-No, esto sí que no.
- ¿Y la derecha por cinco mil?
-Menos.
- ¿Te conformarías a perder los ojos a cambio de diez mil rublos?
- ¡Dios me libre! No quisiera quedarme ciego ni a cambio de todo el oro del mundo.
-Pues entonces -dijo el anciano-, no te quejes, ya que posees riquezas más valiosas que el dinero.
La Verdadera Riqueza
Una vez un joven descontento de su suerte se lamentaba:
-El buen Dios no es justo, puesto que manda riqueza a otros y a mi no me da nada.
Un anciano que oyó sus palabras le dijo:
-No eres tan pobre como crees.
- ¿Por qué? -preguntó el joven.
- ¿Acaso no te ha dado Dios salud y juventud?
-No digo que no; bien contento estoy con mi fortaleza.
El anciano tomó entonces la mano izquierda de aquel joven y le preguntó:
- ¿Querrías dejarte cortar la mano por mil rublos?
-No, esto sí que no.
- ¿Y la derecha por cinco mil?
-Menos.
- ¿Te conformarías a perder los ojos a cambio de diez mil rublos?
- ¡Dios me libre! No quisiera quedarme ciego ni a cambio de todo el oro del mundo.
-Pues entonces -dijo el anciano-, no te quejes, ya que posees riquezas más valiosas que el dinero.
