Raíz parida en el calabozo del hombre,
justo en el chasquido de días en que orar no sirve,
a pesar de las manos juntas,
casi como si fueran el mejor halago a Dios que agradece
pero no ayuda al hombre ciego que reza en silencio con las
manos suaves,
casi aire pintado en el cielo,
casi un instante insípido al crujir en la banqueta y los
demás indiferentes,
sin dar limosna,
en las afueras de la ceguera,
miserables más que esas manos juntas,
anestesia desatada en el desenlace cotidiano,
porque él luego seguirá hincado con las manos juntas,
bandera de una soñolienta resurrección insuficiente para
todos;
con las rodillas en la banqueta y las manos juntas,
antorcha hechizada en dirección de Dios y el desempleado
en el gesto de aprisionar su angustia en la página de
clasificados de empleo del periódico.
justo en el chasquido de días en que orar no sirve,
a pesar de las manos juntas,
casi como si fueran el mejor halago a Dios que agradece
pero no ayuda al hombre ciego que reza en silencio con las
manos suaves,
casi aire pintado en el cielo,
casi un instante insípido al crujir en la banqueta y los
demás indiferentes,
sin dar limosna,
en las afueras de la ceguera,
miserables más que esas manos juntas,
anestesia desatada en el desenlace cotidiano,
porque él luego seguirá hincado con las manos juntas,
bandera de una soñolienta resurrección insuficiente para
todos;
con las rodillas en la banqueta y las manos juntas,
antorcha hechizada en dirección de Dios y el desempleado
en el gesto de aprisionar su angustia en la página de
clasificados de empleo del periódico.