la ciudad se transfigura,
el ángel lucha contra el suicida,
la mujer ve naufragar su desfigurada alba mientras sostiene
una plancha y añora un durazno en abril,
justo cuando su piel era una caverna encantada y decía con
frecuencia las palabras recobradas,
mientras le peinaban su larga cabellera y sus pechos
cristalinos cumplían a cabalidad su destino de mortífera
dulzura;
la madrugada continúa,
la ciudad es una llamarada,
de cuartos consumados en los círculos de la piel,
repetido grito de quien,
en el desvarío,
el ángel lucha contra el suicida,
la mujer ve naufragar su desfigurada alba mientras sostiene
una plancha y añora un durazno en abril,
justo cuando su piel era una caverna encantada y decía con
frecuencia las palabras recobradas,
mientras le peinaban su larga cabellera y sus pechos
cristalinos cumplían a cabalidad su destino de mortífera
dulzura;
la madrugada continúa,
la ciudad es una llamarada,
de cuartos consumados en los círculos de la piel,
repetido grito de quien,
en el desvarío,