Un hombre de mi pueblo viajó en cierta ocasión a la capital en el coche de línea. Junto a él, otro viajero, al parecer, "de ciudad", se propuso tramar conversación con el paleto, y comenzó con el consabido latiguillo:
- ¿De dónde es el amigo.?
-De Aguilera del Río Sequillo -contestó con la mayor naturalidad el paleto.
Dibujó el otro una significativa sonrisa y apostilló con aire de guasa:
- ¡Hombre, qué suerte! ¡Pasará por allí ese río!
Y el paleto respondió con la mayor naturalidad:
- ¡Sí, señor, tos los días!
- ¿De dónde es el amigo.?
-De Aguilera del Río Sequillo -contestó con la mayor naturalidad el paleto.
Dibujó el otro una significativa sonrisa y apostilló con aire de guasa:
- ¡Hombre, qué suerte! ¡Pasará por allí ese río!
Y el paleto respondió con la mayor naturalidad:
- ¡Sí, señor, tos los días!