Hola, Victoria, nunca fue más cierto aquello de que tirando del hilo se saca el ovillo. ¿Por qué no nos dijiste antes que allí, a la orilla del río Urbel, en aquel remanso verde, recoleto y silencioso, casi un patrimonio exclusivo de tu pueblo, cuando eras jovencita nos dejabas sin cangrejos a los que íbamos de Burgos, no en "haigas" sino en modestos cochecitos (mi primer coche fue un citröen 2 caballos y el segundo también), y teníamos que volver a veces a Burgos únicamente con los reteles mojados? ¡Ah!, pero volvíamos alegres a casa después de haber visto la puesta de sol entre los tilos de mis recuerdos y de haber pasado un par de horas esperando al cangrejo que no llegaba. ¡Claro, te lo habías llevado tu!
Los que llegaban de Burgos con sus coches y montaban su parada con sillas y mesas debían ser unos perfectos sibaritas y gente dada a la molicie, porque en un lugar tan idílico como ése el gran placer era dejar descansar los huesos sobre la madre tierra, que los recibía cariñosamente en esa alfombra verde, hoy un poco asilvestrada. ¡Qué recuerdos me trae a mí ese lugar y otros muchos como él. Bueno, ya sabemos que comías unas "tostas" riquísimas cocidas en el horno de tu abuelo Frutos, que los pobres dormían en él cuando quizá las ascuas aún no se habían apagado, que corrías ante los guardas para no quedarte sin reteles y con una multa, que internamente denostabas a los sibaritas de Burgos que llegaban para llevarse los cangrejos de junto a tu casa. Seguiremos tirando del hilo hasta que nos digas las picardías que le hacías al maestro en la escuela, las veces que te hiciste la encontradiza con aquel chico guapo que ya había dejado el pantalón corto para vestir unos elegantes bombachos, las veces que le sisabas a tu madre el chocolate de debajo de los manteles en el armario... y otras muchas cosas más; será la única forma de conocerte bien y saber con quién se juega uno los cuartos (¡es una broma!).
Bueno, voy a cumplir con mi obligación, porque no puedo pasarme el día en los foros. Mañana o pasado colgaré otro de mis recuerdos infantiles en el foro de Bustillo.
Los que llegaban de Burgos con sus coches y montaban su parada con sillas y mesas debían ser unos perfectos sibaritas y gente dada a la molicie, porque en un lugar tan idílico como ése el gran placer era dejar descansar los huesos sobre la madre tierra, que los recibía cariñosamente en esa alfombra verde, hoy un poco asilvestrada. ¡Qué recuerdos me trae a mí ese lugar y otros muchos como él. Bueno, ya sabemos que comías unas "tostas" riquísimas cocidas en el horno de tu abuelo Frutos, que los pobres dormían en él cuando quizá las ascuas aún no se habían apagado, que corrías ante los guardas para no quedarte sin reteles y con una multa, que internamente denostabas a los sibaritas de Burgos que llegaban para llevarse los cangrejos de junto a tu casa. Seguiremos tirando del hilo hasta que nos digas las picardías que le hacías al maestro en la escuela, las veces que te hiciste la encontradiza con aquel chico guapo que ya había dejado el pantalón corto para vestir unos elegantes bombachos, las veces que le sisabas a tu madre el chocolate de debajo de los manteles en el armario... y otras muchas cosas más; será la única forma de conocerte bien y saber con quién se juega uno los cuartos (¡es una broma!).
Bueno, voy a cumplir con mi obligación, porque no puedo pasarme el día en los foros. Mañana o pasado colgaré otro de mis recuerdos infantiles en el foro de Bustillo.