Las flores - Poemas de Sully Prudhome
Poemas » sully prudhome » las flores
Las flores
¡Insensato poeta! En todo cuanto ves
prendes una cuerda de lira y nos dices:
« ¡Inclinaos, escuchad como todo respira!»
¡Ay! ¡Es cierto! ¡Es la voz!
Las flores no respiran. Un soplo errante
les arrebata su aroma al pasar,
y ese suspiro no pidió nunca gracia para ellas
a los inviernos destructores.
Y, sin embargo, ¡tiene tanta ternura
la belleza de las flores! ¿Será posible
que no tengan amor? ¿No las veis cómo
se tienden al calor y se vuelven hacia la luz?
Poemas » sully prudhome » las flores
Las flores
¡Insensato poeta! En todo cuanto ves
prendes una cuerda de lira y nos dices:
« ¡Inclinaos, escuchad como todo respira!»
¡Ay! ¡Es cierto! ¡Es la voz!
Las flores no respiran. Un soplo errante
les arrebata su aroma al pasar,
y ese suspiro no pidió nunca gracia para ellas
a los inviernos destructores.
Y, sin embargo, ¡tiene tanta ternura
la belleza de las flores! ¿Será posible
que no tengan amor? ¿No las veis cómo
se tienden al calor y se vuelven hacia la luz?
La ligera risa del alba, que es su madre
y su amiga, despabila su sueño.
¿No habrá causado a la menos dormida de todas
una sensación de despertar?
¿No concebís el alma liberada de ideas,
un corazón completamente puro,
unos labios que sólo se dirigen a la llama,
unas flores que sólo buscan el azul?
En la convalecencia, cuando vivimos como ellas,
dejándonos en las manos de Dios,
el más discreto saludo del sol a las pupilas
nos hace sonreír.
y su amiga, despabila su sueño.
¿No habrá causado a la menos dormida de todas
una sensación de despertar?
¿No concebís el alma liberada de ideas,
un corazón completamente puro,
unos labios que sólo se dirigen a la llama,
unas flores que sólo buscan el azul?
En la convalecencia, cuando vivimos como ellas,
dejándonos en las manos de Dios,
el más discreto saludo del sol a las pupilas
nos hace sonreír.
Cuando la vida nos entorna sus puertas,
las plantas son nuestras hermanas,
y entonces comprendemos el hermético sueño de las rosas
y sus vagas dulzuras.
Por débiles que estemos,
sentimos la dulzura de seguir vegetando,
y de dar gracias a un amigo ignorado
por aquel beso recibido.
Lo mismo ocurre con las flores.
Esos frágiles seres tienen también caprichos,
y en su efímera vida hay horas agradables.
No desconocen los placeres.
las plantas son nuestras hermanas,
y entonces comprendemos el hermético sueño de las rosas
y sus vagas dulzuras.
Por débiles que estemos,
sentimos la dulzura de seguir vegetando,
y de dar gracias a un amigo ignorado
por aquel beso recibido.
Lo mismo ocurre con las flores.
Esos frágiles seres tienen también caprichos,
y en su efímera vida hay horas agradables.
No desconocen los placeres.
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