La llave maravillosa
¡Qué envidiable aquél que tiene abundancia de dinero, que sabe lo que es el dinero, lo que significa, el trabajo y el sudor impresos en cada moneda o billete! ¡Qué envidiable aquél que tiene abundancia de dinero, que lo gana honradamente, que lo usa con extrema prudencia, con justicia, que no lo dilapida siguiendo el dictado del deseo inmediato, que sabe también ser holgadamente generoso con quien lo merece o es maltratado injustamente por la vida!
Ya basta de equívocos. El dinero, en sí, no es el origen de ningún mal. El dinero, correctamente adquirido y correctamente usado, es una herramienta maravillosa. Y esa herramienta puede actuar como llave de oro para afianzar lo más noble y hermoso del ser humano, para hacer posible ofrecer espléndidos servicios, para despertar potencialidades dormidas. Puede brindar un horizonte a quien vive sumido en el dolor o en la mera subsistencia. Con su posesión, quien es vejado puede empezar a levantar la cabeza con dignidad, quien está atrapado en la desconfianza hacia sí mismo y hacia el mundo puede tener su oportunidad y su palanca, puede ser rescatado de su resquemor. El dinero, para quien desea aportar al mundo la luz insustituible de su servicio, es el último impulso necesario que puede maridar el sueño más hermoso con la más magnífica de las realidades.
¡Qué envidiable aquél que tiene abundancia de dinero, que sabe lo que es el dinero, lo que significa, el trabajo y el sudor impresos en cada moneda o billete! ¡Qué envidiable aquél que tiene abundancia de dinero, que lo gana honradamente, que lo usa con extrema prudencia, con justicia, que no lo dilapida siguiendo el dictado del deseo inmediato, que sabe también ser holgadamente generoso con quien lo merece o es maltratado injustamente por la vida!
Ya basta de equívocos. El dinero, en sí, no es el origen de ningún mal. El dinero, correctamente adquirido y correctamente usado, es una herramienta maravillosa. Y esa herramienta puede actuar como llave de oro para afianzar lo más noble y hermoso del ser humano, para hacer posible ofrecer espléndidos servicios, para despertar potencialidades dormidas. Puede brindar un horizonte a quien vive sumido en el dolor o en la mera subsistencia. Con su posesión, quien es vejado puede empezar a levantar la cabeza con dignidad, quien está atrapado en la desconfianza hacia sí mismo y hacia el mundo puede tener su oportunidad y su palanca, puede ser rescatado de su resquemor. El dinero, para quien desea aportar al mundo la luz insustituible de su servicio, es el último impulso necesario que puede maridar el sueño más hermoso con la más magnífica de las realidades.
El dinero, correctamente ganado y correctamente usado, es sagrado. Ya basta de equívocos. El dinero es, como decíamos, una llave de oro. Usada con discernimiento, contribuye a dar acceso al país de la autorrealización y el autorrespeto. Es una llave que podemos justamente reverenciar si la empleamos para defender la paz de nuestra alma, el silencio fecundo de nuestros días, los espacios necesarios de recogimiento y reflexión, fundamento de toda acción buena y duradera. Es una llave que da acceso a la gran sala de la alegría del dar, del poder dar con generosidad a quien está en dificultades y de quien sabemos que va a usar ese regalo para su propia mejora y progreso. Regalo gozoso, dado con afecto y con esperanza
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