LA NUEZ DE ARRIBA: 55...

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allí un gringo con un órgano
y una mona que bailaba,
haciéndonos rair estaba,
cuanto le tocó el arreo,
¡tan grande el gringo y tan feo,
lo viera cómo lloraba!.

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Hasta un inglés zanjiador
que decía en la última guerra
que él era de inca­la­perra
y que no quería servir,
también tuvo que juir
a guarecerse en la sierra.