Rodeados de muros, pero abiertos al cielo,
libres somos de mente, que nos juzguen cautivos;
nuestro espacio en la tierra lo recubre un pañuelo,
pero aún esos confines resultan excesivos.
¿Para qué preocuparnos de entronizar la arcilla
si es la luz de su lámpara lo que la noche ahuyenta?
Duérmanse entre los muros temor y pesadilla,
y álcese en vuelo el alma, de libertad hambrienta.
libres somos de mente, que nos juzguen cautivos;
nuestro espacio en la tierra lo recubre un pañuelo,
pero aún esos confines resultan excesivos.
¿Para qué preocuparnos de entronizar la arcilla
si es la luz de su lámpara lo que la noche ahuyenta?
Duérmanse entre los muros temor y pesadilla,
y álcese en vuelo el alma, de libertad hambrienta.
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