El tiempo se lo ha llevado;
ya no hay fuente en la alameda,
ni mocitas aguadoras
con pañueluco de seda;
pero aún paso por tu calle,
y aún me pregunto a tu puerta
si duermes sola esta noche,
o estás con alguien despierta.
ya no hay fuente en la alameda,
ni mocitas aguadoras
con pañueluco de seda;
pero aún paso por tu calle,
y aún me pregunto a tu puerta
si duermes sola esta noche,
o estás con alguien despierta.
De noche la golondrina,
a la alborada el jilguero,
y al atardecer yo canto
diciendo cuánto te quiero.
No sé, niña, si me piensas,
o si ya me has olvidado,
ni sé si el beso de anoche
me lo diste o lo he soñado.
a la alborada el jilguero,
y al atardecer yo canto
diciendo cuánto te quiero.
No sé, niña, si me piensas,
o si ya me has olvidado,
ni sé si el beso de anoche
me lo diste o lo he soñado.
Las luces de las farolas
se han quedado adormecidas,
y las ventanas del barrio
en sombra y silencio hundidas;
sólo en tu ventana velan
la luz y tu voz de plata,
y yo en la calle te canto,
trovador, mi serenata.
se han quedado adormecidas,
y las ventanas del barrio
en sombra y silencio hundidas;
sólo en tu ventana velan
la luz y tu voz de plata,
y yo en la calle te canto,
trovador, mi serenata.
Baja, mi niña, que tengo
diez caricias, diez canciones,
y diez secretos ocultos
dentro de mis intenciones;
que en la noche montañesa
baila un ambiente risueño,
y mis diez dedos no saben
cómo conciliar el sueño.
Francisco Alvarez Hidalgo
diez caricias, diez canciones,
y diez secretos ocultos
dentro de mis intenciones;
que en la noche montañesa
baila un ambiente risueño,
y mis diez dedos no saben
cómo conciliar el sueño.
Francisco Alvarez Hidalgo