Por aquella ventana veía el mundo entero. Cuando marchaban y venían las ovejas, las vacas, más tarde el panadero de Tubilla con su lanrober, la gente bajar a misa etc.
Pero ante de esto, cierto día de invierno cayó una nevada de metro y medio que junto a la cellisca tapó todas las puertas y ventanas de planta baja. Por supuesto fue un gran día porque no tuvimos escuela y a media mañana los hombres y jóvenes del pueblo ya tenían trazadas unas veredas por las calles principales para lo más elemental como era llegar hasta la fuente para coger agua y que los animales pudieran venir a beber.
Allí me encontraba yo pegadito al cristal de mi ventana cuando de ropente ante mis ojos apareció el tío Jacinto, que venía del pajar (ahora casa de su hijo Florencio) con el coloño grande lleno de yerba seca para sus ovejas. Le calculé más fuerza que a Sansón por lo grande de la nevada, lo cargado que llevaba el cesto y lo estrecho de la vereda por donde caminaba.
Pasaron los años. Llegaron los estudios de lenguas clásicas y me explicaron que Atlas después de pecar había sido castigado por Zeus a recoger el mundo en la base de la montaña y subirlo a hombros hasta la cima. Cuando llegaba arriba debía dejarlo rodar cuesta abajo y volver a subirlo. Así eternamente.
Viendo la ilustración del musculoso Atlas siempre recordaba con cariño al tio Jacinto y su cesto de yerba.
Pero ante de esto, cierto día de invierno cayó una nevada de metro y medio que junto a la cellisca tapó todas las puertas y ventanas de planta baja. Por supuesto fue un gran día porque no tuvimos escuela y a media mañana los hombres y jóvenes del pueblo ya tenían trazadas unas veredas por las calles principales para lo más elemental como era llegar hasta la fuente para coger agua y que los animales pudieran venir a beber.
Allí me encontraba yo pegadito al cristal de mi ventana cuando de ropente ante mis ojos apareció el tío Jacinto, que venía del pajar (ahora casa de su hijo Florencio) con el coloño grande lleno de yerba seca para sus ovejas. Le calculé más fuerza que a Sansón por lo grande de la nevada, lo cargado que llevaba el cesto y lo estrecho de la vereda por donde caminaba.
Pasaron los años. Llegaron los estudios de lenguas clásicas y me explicaron que Atlas después de pecar había sido castigado por Zeus a recoger el mundo en la base de la montaña y subirlo a hombros hasta la cima. Cuando llegaba arriba debía dejarlo rodar cuesta abajo y volver a subirlo. Así eternamente.
Viendo la ilustración del musculoso Atlas siempre recordaba con cariño al tio Jacinto y su cesto de yerba.
