Silvia, dos
arcos te ha dado
para tus cejas Cupido,
de ébano son (no bruñido
dices tú, sino aserrado);
mas ni el marfil transformado
en el honor de tu frente
recibe
sombra indecente,
ni el de las pestañas graves
turba en tus ojos suüaves
la serenidad luciente.