No hay peor sordo que el que no quiere oír (none so deaf as those who won't hear). La sordera es un mal físico lamentable y la persona hipoacúsica lo sufre y supera como puede. Pero, hay algo peor: el sordo que no quiere oír, o sea, la persona que no padece esa enfermedad y que pudiendo escuchar, ignora lo que se le está diciendo.