Mientras el
agua estaba embebida leyendo la carta, Dios bajó a su laso y la contempló en silencio. El agua se miró a si misma y vió el rostro de Dios reflejado en ella.
Y Dios seguía sonriendo, esperando una respuesta. ella comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios, sólo lo tiene el
agua limpia. Suspiró y dijo:" Sí Señor, seguiré siendo agua, seguiré siendo tu
espejo.
Gracias."