Tú no estarás. Ya no...
Tú no estarás. Ya no.
En la última tarde tu mirada tenía
un dolor a jardines descuidados,
una luz huidiza y astillada,
un caminar de hombre con mirada de trapo,
y un corazón tartamudo.
Llevabas un temblor de naufragio y una venda en los ojos.
El temblor también es una forma de mirar.
Y tú temblabas mientras tu luz caía.
Crepitar es caer. Pero hacia dentro.
Estaba requiriendo una llamada.
Estabas demorándote
en aquellos días primeros del verano,
contra un presentimiento de invernadero triste,
de sangre requisada.
Perdido en las aduanas del corazón.
Supe que te morías por tus ojos.
Esos ojos que eran
con dolor a madera,
con sabor a manzanas,
párpados de cobre
como cofres de lluvia
que se abrían con lástima.
Tú no estarás. Ya no.
En la última tarde tu mirada tenía
un dolor a jardines descuidados,
una luz huidiza y astillada,
un caminar de hombre con mirada de trapo,
y un corazón tartamudo.
Llevabas un temblor de naufragio y una venda en los ojos.
El temblor también es una forma de mirar.
Y tú temblabas mientras tu luz caía.
Crepitar es caer. Pero hacia dentro.
Estaba requiriendo una llamada.
Estabas demorándote
en aquellos días primeros del verano,
contra un presentimiento de invernadero triste,
de sangre requisada.
Perdido en las aduanas del corazón.
Supe que te morías por tus ojos.
Esos ojos que eran
con dolor a madera,
con sabor a manzanas,
párpados de cobre
como cofres de lluvia
que se abrían con lástima.
Ahora todo es ausencia.
Los pájaros que encuentro,
el crujir de la tierra sobre la mansa lluvia,
el llanto de los niños detrás de las palabras.
A veces el pensamiento se ensombrece de pronto
y declina el mundo aún más deprisa
y nos sobreviene una noche destemplada, una herida negra.
Sé que me buscaste.
En esa larga noche de imperdibles sin rumbo,
en el instante mismo en que tu cuerpo
se astilló para siempre
y tu llama empezaba a ser fractura,
témpano,
camisa desplomándose.
Los pájaros que encuentro,
el crujir de la tierra sobre la mansa lluvia,
el llanto de los niños detrás de las palabras.
A veces el pensamiento se ensombrece de pronto
y declina el mundo aún más deprisa
y nos sobreviene una noche destemplada, una herida negra.
Sé que me buscaste.
En esa larga noche de imperdibles sin rumbo,
en el instante mismo en que tu cuerpo
se astilló para siempre
y tu llama empezaba a ser fractura,
témpano,
camisa desplomándose.
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