LA SELVA Y EL MAR
Allá por las remotas
luces o aceros aun no usados,
tigres del tamaño del odio,
leones como un corazón hirsuto,
sangre como la tristeza aplacada,
se baten con la hiena amarilla que toma la forma del poniente insaciable.
Allá por las remotas
luces o aceros aun no usados,
tigres del tamaño del odio,
leones como un corazón hirsuto,
sangre como la tristeza aplacada,
se baten con la hiena amarilla que toma la forma del poniente insaciable.
Largas cadenas que surten de los lutos,
de lo que nunca existe,
atan el aire como una vena, como un grito, como un reloj que se para
cuando se estrangula algún cuello descuidado.
de lo que nunca existe,
atan el aire como una vena, como un grito, como un reloj que se para
cuando se estrangula algún cuello descuidado.
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