CON VUESTRO PERMISO.
Hoy quiero hacerle un pequeño homenaje a un paisano vuestro que, de no haber muerto trágicamente en aquella guerra incivil, podría haber llevado a la tierra burgalesa aún a más altas cotas de la Música (con mayúsculas) de lo que la llevó en su corta existencia.
ANTONIO JOSÉ (De un artículo de Andrés Ruiz Tarazona)
Antonio José Martínez Palacios es la personalidad más representativa del quehacer musical burgalés durante el presente siglo, y figura indiscutible de la música española en el momento de transición, de apertura de nuevos horizontes para el arte musical, que fueron aquellos años siguientes a la primera guerra europea y anteriores a la guerra civil española. Nacido en Burgos el 12 de Diciembre del año 1902 murió, trágicamente, fusilado en las proximidades de Estépar (Burgos) el 11 de octubre de 1936.
Él representa toda una elevada concepción del arte musical, que no renuncia a sus raíces nutricias, y estas no fueron otras que las de su querida tierra castellana, aunque a veces se doliera, como Antonio Machado, de la incuria, la ignorancia, la falta de ideales de un pueblo que parecía haber renunciado a su rica herencia cultural, a su generosidad y capacidad de acción, para sumirse en una conformista somnolencia, capaz de ahogar cualquier impulso espiritual.
Hoy quiero hacerle un pequeño homenaje a un paisano vuestro que, de no haber muerto trágicamente en aquella guerra incivil, podría haber llevado a la tierra burgalesa aún a más altas cotas de la Música (con mayúsculas) de lo que la llevó en su corta existencia.
ANTONIO JOSÉ (De un artículo de Andrés Ruiz Tarazona)
Antonio José Martínez Palacios es la personalidad más representativa del quehacer musical burgalés durante el presente siglo, y figura indiscutible de la música española en el momento de transición, de apertura de nuevos horizontes para el arte musical, que fueron aquellos años siguientes a la primera guerra europea y anteriores a la guerra civil española. Nacido en Burgos el 12 de Diciembre del año 1902 murió, trágicamente, fusilado en las proximidades de Estépar (Burgos) el 11 de octubre de 1936.
Él representa toda una elevada concepción del arte musical, que no renuncia a sus raíces nutricias, y estas no fueron otras que las de su querida tierra castellana, aunque a veces se doliera, como Antonio Machado, de la incuria, la ignorancia, la falta de ideales de un pueblo que parecía haber renunciado a su rica herencia cultural, a su generosidad y capacidad de acción, para sumirse en una conformista somnolencia, capaz de ahogar cualquier impulso espiritual.
Antonio José ha escrito música desde muy niño. En las Escuelas de San Lorenzo había recibido clases de solfeo, canto y piano, de un joven seminarista-organista en el Seminario de San Jerónimo, llamado Julián García Blanco que, con los años, sería director del Conservatorio de Valladolid. García Blanco ha contado a Santiago Rodríguez Santervás (el primero en llamar modernamente la atención sobre nuestro músico, en un célebre artículo publicado en diciembre de 1971 en la revista Triunfo) que Antonio José poseía un oído increíble y tenía una extraordinaria intuición para la música.
Cuando deja, a los catorce o quince años, las Escuelas de San Lorenzo, comienza a dar clases con el organista y compositor José María Beobide (1882-1967). Beobide fue un atrevido cultivador de la armonía modulativa, un Scriabin español que apenas fue comprendido en su tiempo, pero que influyó profundamente en la personalidad musical de Antonio José. Antes de instalarse en Madrid, en 1920, la producción de Antonio José se acerca a setenta títulos, entre ellos los 15 pequeños trozos para orquesta (1918), las Hojas sueltas para piano (1918), el Preludio nº 1 para piano (1920) y el Preludio nº 2 para sexteto (1920).
Cuando deja, a los catorce o quince años, las Escuelas de San Lorenzo, comienza a dar clases con el organista y compositor José María Beobide (1882-1967). Beobide fue un atrevido cultivador de la armonía modulativa, un Scriabin español que apenas fue comprendido en su tiempo, pero que influyó profundamente en la personalidad musical de Antonio José. Antes de instalarse en Madrid, en 1920, la producción de Antonio José se acerca a setenta títulos, entre ellos los 15 pequeños trozos para orquesta (1918), las Hojas sueltas para piano (1918), el Preludio nº 1 para piano (1920) y el Preludio nº 2 para sexteto (1920).