Compramos energía a futuro

LA NUEZ DE ARRIBA: ! Si era ella! Liguera, menuda; casi una niña descendía...

Sin saber por qué
lloro ante las hojas
del arbolé.
Caña de voz y gesto,
una vez y otra vez
tiembla sin esperanza
en el aire de ayer.
La niña, suspirando,
lo quería coger.
Pero llegaba siempre
un minuto después.
¡Ay, sol! ¡Ay, luna, luna!
¡Un minuto después!
Sesenta flores grises
enredaban sus pies.
¡Mira cómo se mece
una vez y otra vez!
¡Mira qué blanca brisa
en el aire de ayer!
Sin saber por qué,
lloro ante las hojas
del arbolé.

! Si era ella! Liguera, menuda; casi una niña descendía la senda aquella, con el cántaro a la cadera. Y yo que la había conocido de niña: la niña aquella, que jugaba conmigo...-! que influjo del pasado que inocencia de niños-! Y yo que le había dado besos en su cara, sonrosada!...
Y me fuí a la ciudad. Y aquel díje se lo dije lloraba ¿Porque lloras?- dije entonces. ¿Poeque llorabas amiga del alma? A mi también me gustaba, jugar contigo, niña de las trenzas largas. para mi fue también muy penoso, separarme de tí, y mas aún que tus padres, nos prohibieran un día, paseáramos solos.
Desde la ciudad tes soñaba, y por eso te escribiría aquella carta, que sería el fin, de todo. Si el fin de todo.
En la fiesta del pueblo, ya te viera mujer. se cruzaron nuestras miradas. Tus ojos me hablaron. Mis ojos te hablaron y me entendías: Tu no lo sabías, pero yo siempre que me acercaba al pueblo, tomaba aquella misma senda hasta el huerto, y de la misma zarza, cogía moras, y pensaba en como gozosa reías, corrías y yo te alcanzaba, y rodabamos en nuestra inocencia sobre la hierba, y te besaba en la cara. Y me besabas, mucho y me gustaba sentir tus labios húmedos... Y aquellas violetas. Aquel ramo tan grande que coji para entre los olmos... y un nebuloso sentir, cuando sin saber porque, tus húmedos labios buscaron los míos fugazmente. Luego acariciaría tus trenzas de ambas manos. te rodearía con mis brazos, y fuera yo quien buscó tus labios. Fue aquel día que me diera cuenta, que dos bultos de tu pecho sobre mi pecho, me dijeron que ya no eras una niña.
Si eras tu -nunca has sabido que yo te espiaba, en unas vacaciones- Eras tu quien de pasos menudos; descendías la senada hasta la fuente. Ese día entendí que tus padres habían elegido para tí, aquel con el que bailabas.
Desde entonces, solo te he visto dos veces. Se que estas casada, con alguien que fuera mi amigo... Me has mirado. Te he mirado. Tu ojos me hablan, como supongo te hablen los míos... amiga, mi querida amiga de infancia.
J. M (LIBERTAD)