Sin saber por qué
lloro ante las hojas
del arbolé.
Caña de voz y gesto,
una vez y otra vez
tiembla sin esperanza
en el aire de ayer.
La niña, suspirando,
lo quería coger.
Pero llegaba siempre
un minuto después.
¡Ay, sol! ¡Ay, luna, luna!
¡Un minuto después!
Sesenta flores grises
enredaban sus pies.
¡Mira cómo se mece
una vez y otra vez!
¡Mira qué blanca brisa
en el aire de ayer!
Sin saber por qué,
lloro ante las hojas
del arbolé.
lloro ante las hojas
del arbolé.
Caña de voz y gesto,
una vez y otra vez
tiembla sin esperanza
en el aire de ayer.
La niña, suspirando,
lo quería coger.
Pero llegaba siempre
un minuto después.
¡Ay, sol! ¡Ay, luna, luna!
¡Un minuto después!
Sesenta flores grises
enredaban sus pies.
¡Mira cómo se mece
una vez y otra vez!
¡Mira qué blanca brisa
en el aire de ayer!
Sin saber por qué,
lloro ante las hojas
del arbolé.
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