Un día pregunté a mi Maestro: una duda anida en mi mente. No sé si me amo a mi o amo a mi pueblo. Creo amar a mi pueblo pero puede que simplemente esté utilizando el pueblo para alimentar mi ego, en un pecaminoso ejercicio de soberbia.
El maestro me contesto: querido saltamontes. Si tus actos reportan algún beneficio a vecinos, si tus actos corrigen o mejoran en algo sus condiciones de vida o de sus casas, calles o animales que allí vivieran entonces lo haces por ellos.
Si tus actos sirven para mejorar la convivencia entre tus vecinos, entonces lo haces por ellos. Pero si tus actos separan a la gente, si no favorecen la convivencia, si no son más felices ni sus gentes, ni mejoran sus caminos, sus calles, sus casas, entonces deberás preguntarse porqué lo haces. Puede se trate simplemente de un acto egoísmo.
El maestro me contesto: querido saltamontes. Si tus actos reportan algún beneficio a vecinos, si tus actos corrigen o mejoran en algo sus condiciones de vida o de sus casas, calles o animales que allí vivieran entonces lo haces por ellos.
Si tus actos sirven para mejorar la convivencia entre tus vecinos, entonces lo haces por ellos. Pero si tus actos separan a la gente, si no favorecen la convivencia, si no son más felices ni sus gentes, ni mejoran sus caminos, sus calles, sus casas, entonces deberás preguntarse porqué lo haces. Puede se trate simplemente de un acto egoísmo.